Ecuador
Llegada a España
Marisol Velasco llegó a Madrid en marzo del año 2000, con 27 años. “Recuerdo que me cobraron el hotel como si fuera de cinco estrellas, pero cuando llegué me encontré con una habitación super pequeña en una zona muy peligrosa”, narra Marisol. En la capital permaneció 3 días antes de trasladarse a Peralta, Navarra. Pero, ¿por qué Navarra? Una conocida de su abuela le ayudó a contactar con la agencia con la que viajó. Esa persona necesitaba que Marisol llevase unos equipajes a su hija, que vivía en Peralta.
Marisol Unapucha Velasco
Marisol Unapucha: "Las caras de la migración son muchas, la mía ha sido buena"
Primer empleo
Marisol llegó un viernes a España y el lunes ya estaba en su nuevo destino. Se encontró con la chica a la que tenía que entregar el paquete y, con sus familiares, fueron a pasear por el pueblo. Al cruzar la plaza de la iglesia, una mujer de Funes que sabía que Velasco acababa de llegar se le acercó y le preguntó: ¿quieres trabajar en mi casa? Ella accedió y ese mismo viernes comenzó a trabajar como interna para un matrimonio de Funes. “Yo siempre he creído que Dios tenía ya previsto las cosas sin necesidad de que las busque y la forma en que conseguí mi primer trabajo fortaleció aún más mi fe”, cuenta Marisol.
Campo vs ciudad
“Toda mi vida he vivido en Quito, una ciudad muy grande. Por eso me resultó muy difícil quedarme en un pueblo. Así que al año y medio me vine a Pamplona y estuve, de nuevo, el mismo tiempo trabajando en una casa cuidando niños. Finalmente me cambié al área del comercio, a un supermercado. Y… hasta hoy”, explica Marisol Velasco.
Para ella, las caras de la migración son muchas, pero da gracias porque la suya ha sido una cara buena: “La que yo he experimentado es una entre las excepciones donde las cosas han ido saliendo”.
Autora: Inés Ibáñez